Por Eva Benítez de Lugo Enrich.
Los anclajes teóricos que desarrollo a continuación constituyen las bases sobre las que la actitud del terapeuta gestáltico puede florecer, cuidarse, cultivarse y así ser transmitida como una manera de comprender, sentir y actuar en la vida.
1.- PRIMACÍA DE LA RELACIÓN YO-TÚ. CONTAGIO DE SALUD.
La relación terapeuta – paciente es una experiencia profundamente humana y reparadora a través de la cual se da el contagio de salud. A través de ella el paciente aprende una nueva manera de ser, expresarse y comportarse que puede transferir a las personas de su entorno.
El campo relacional en gestalt se ocupa al 50% entre el paciente y el terapeuta. Si uno u otro pierden su espacio, ambos se neurotizan . Nadie es más ni menos que nadie aunque la neurosis juegue a lo contrario.
En este sentido se hace imprescindible respetar en lo que está la persona y no creernos en posesión de la verdad ni de la solución de sus problemas.
La relación Paciente-Terapeuta se caracteriza por su dinamismo, está viva, es rica y en constante evolución, por lo que no puede estar sujeta a un plan de técnicas o ejercicios. En la relación terapeútica hay espacio para todo. Momentos de aburrimiento, de diversión, de pesadez, de desesperación, de distancia…Pueden darse sesiones conmovedoras y sesiones en las que parece que no pasa nada. Ratos de frialdad y ratos de calidez, etc. Así es la vida y hacer terapia es acompañar el proceso del paciente.
En su relación con el paciente, el terapeuta apoya lo que siente genuino y confronta lo que percibe falso. Para ello necesitamos trabajar la resonancia emocional percatándonos de los sentimientos y explicitarlos, utilizándolos así para ampliar la toma de conciencia de los pacientes. La autoobservación y el proceso del propio terapeuta son imprescindibles para poder trabajar con el apoyo y la confrontación. Si uno desarrolla un profundo conocimiento de si mismo, va a tener más habilidad para detectar lo falso y lo auténtico en el paciente.
Los terapeutas necesitamos trabajar el aspecto relacional con el paciente y en este sentido, hablar de lo que le pasa a uno con otro potencia el vínculo y el efecto curativo del encuentro. Si el terapeuta se muestra diciendo lo que siente o piensa, o comparte alguna faceta de su vida para ayudar a la toma de conciencia del paciente la confianza aparece, se favorece el encuentro humano genuino. Si como terapeutas no decimos lo que vemos y sentimos estamos trabajando muertos. Es nuestra responsabilidad ser terapeutas vivos, transparentándonos. Si no hay relación, no hay terapia gestalt. Puede ocurrir que tengamos sesiones en las que estemos más en una técnica o tarea, entonces habrá eficacia y otras cosas que sirven, pero nos quedaremos en la superficie de lo que está pasando, ya que lo que ayuda de veras a ser uno mismo la relación de autenticidad que se da en la sesión.
Fruto de la relación terapeuta-paciente ocurre el contagio de salud por el que el paciente aprender a ser. En terapia gestalt entendemos por SER el estar aquí y ahora, estar consciente y ser responsable de nuestras acciones y sentimientos. Y SER es contagioso.
El sentido profundo de la primacía del encuentro y del contagio de salud habla de una actitud, de una manera de ponerse con uno mismo en el mundo y también como terapeuta frente al paciente que acompañamos. Todo esto es inherente al afinamiento del darse cuenta en el aquí y ahora.
2.- AFINAMIENTO DEL DARSE CUENTA EN EL AQUÍ Y AHORA.
El afinamiento del darse cuenta en el aquí y ahora es un aprendizaje. Para ello se utilizan las técnicas gestálticas, que son herramientas al servicio del desarrollo de la conciencia y de la acción. Al ser la terapia el resultado del encuentro humano, la Gestalt propugna la primacía de la actitud frente a la utilización de las técnicas, siendo la conciencia lo importante en la relación terapeútica, no tanto la eficacia de conseguir unos objetivos que deshumanizan el encuentro. El mejor instrumento de la terapia es el propio terapeuta.
En una primera etapa de la profesión, las técnicas se utilizan de forma mecánica y necesitamos poner mucha atención en su utilización hasta que poco a poco las vamos incorporando hasta poder utilizarlas de forma natural y espontánea. Es similar a lo que ocurre cuando aprendemos a conducir o cualquier deporte que tenga técnica. En un
comienzo nos repetimos mentalmente lo que tenemos que hacer, hasta que con la experiencia repetida y la práctica, uno se va soltando y la técnica queda incorporada para utilizarse según se vaya necesitando de forma fluida y espontánea.
En la Terapia Gestalt no nos enfocamos en el cambio ni en la resolución de problemas, sino más bien en alimentar la aceptación del paciente, prestando atención al cómo. Lo valioso es el proceso, el camino de uno, y no los objetivos ni las metas. Hacer terapia es acompañar libre de juicio.
Si tenemos un esquema que nos guíe en la hora de la sesión, nos perdemos la posibilidad de trabajar con lo que aparezca en el aquí y ahora. Los terapeutas gestálticos confiamos que lo aparece en la actualidad de la sesión es lo que el paciente necesita justo en ese momento para su proceso. Renunciamos a la meta y lo que vale es el camino cotidiano. Nos hacemos profesionales de acompañar procesos. La presencia y lo que sucede es con lo único con lo que es posible trabajar, olvidando las estrategias terapéuticas.
En la terapia gestalt se desprecian las justificaciones y explicaciones. La actividad conceptual nos saca del aquí y ahora, pues al hablar sobre las cosas nos apartamos de la experiencia directa de ellas.
La situación terapéutica solo es posible en la actualidad. La actualidad temporal es el ahora y la actualidad espacial el aquí, siendo en este presente en el único lugar donde se puede ser.
Nuestro verdadero sí mismo quedó enterrado en la infancia bajo nuestra falsa identidad. Si con el trabajo terapeútico traemos al presente esos instantes de la niñez, se repara el daño y va dándose la liberación.
La terapia gestalt concibe el darse cuenta del aquí y ahora como un proceso de despertar de los sentidos para percibirse a uno mismo y al entorno.
La manera de trabajar aquí explicada no sería posible sin una profunda confianza en la salud del organismo si uno no interfiere en su buena marcha. Esta confianza tiene sus raíces en la antigua sabiduría del Tao y es inherente a la concepción humanista del ser humano.
3.- FE EN LA AUTORREGULACIÓN ORGANÍSMICA.
La autorregulación organísmica hace referencia a la capacidad del organismo para regularse a sí mismo, satisfaciendo sus necesidades genuinas e interaccionando con el ambiente para conseguir lo que necesita.
Toda vida se encuentra regulada por la homeostasis, que es el proceso por el cual el organismo mantiene su equilibrio a pesar de que las condiciones varíen, satisfaciendo sus necesidades en el intercambio con el entorno. La confianza en la autorregulación organísmica es un aspecto muy importante en la actitud del terapeuta gestáltico.
Este concepto tiene su origen en el Taoismo. Sus raíces están en los inicios de la cultura China, basada en el Tao, la primera causa y la esencia fundamental de todo. Tao significa vía, camino; es invisible, sin forma, acoge todas las formas. Los autores Taoístas, Lao-tse y Chuang-Tsu describen al hombre perfecto como “El Sabio” que aprende a fluir con el Tao. Él es libre de ego y es uno con el mundo. Practica el no hacer, y de esa forma todo se reconduce. No hace ningún esfuerzo, aún así viaja lejos, como bajando por un río. Practica el esfuerzo sin fuerza, y el llevar a cabo con la no-acción. Las cosas se vuelven sencillas para él; despreocupado y satisfecho, centrado y consciente, está en el aquí y ahora.
La terapia gestalt lleva consigo una confianza básica en la rectitud de nuestra propia naturaleza, por lo que no necesitamos manipularnos a nosotros mismos ni a los otros. Esta fé en la autorregulación implica aceptación, confianza, apertura y entrega a ciertos ritmos espontáneos. Lo organísmico es un poder evolutivo que una vez despierto es curativo por lo que intentamos no interferir con autorregulación y permitimos que ocurra lo que tenga que ocurrir, sin empujar las cosas para que vayan en una determinada dirección, sin ayudar ni aconsejar. Dejar que las cosas vayan surgiendo. Percatarse y actuar según la propia autoridad. Estar en contacto con lo que uno desea, elegir y tomar decisiones.
La gestalt concibe la espontaneidad como un aspecto organísmico, que no consiste en la expresión impulsiva de deseos o emociones, sino en la naturalidad que deriva de la síntesis de espontaneidad y deliberación.
Confiando en la autorregulación organísmica, el no hacer y el silencio son valiosos, tanto para ayudar a los pacientes a ser ellos mismos, como para los propios terapeutas, pues permiten que podamos permanecer abiertos, sueltos, descansados y libres de nuestro ego que quiere conseguir cosas o tener razón, produciéndose a través del silencio un contacto de ser y nos abrimos a que suceda lo que tenga que suceder.
El dejar fluir, la no interferencia, el no control de la situación (sino dejar que sea ella la que controle), el estar presente en el aquí y ahora sin planificar la sesión (sin estar pendiente de objetivos y metas) dejándose sorprender por lo que ocurre en el Aquí y Ahora en actitud de estar aprendiendo, es una actitud que no difiere de la del artista. El terapeuta gestaltista no es un técnico sino un artista que trabaja con su intuición.
4.- PERFIL DEL TERAPEUTA GESTÁLTICO COMO BUSCADOR ARTISTA.
En la terapia gestáltica existe una actitud de respeto y aceptación de la neurosis de la persona, más que un intento de que cambie. La aceptación del aquí y ahora del paciente lleva al autoapoyo y hacia el crecimiento; basta con estar consciente, presente y ser responsable para que a través de la experiencia de ser, el paciente se da cuenta de que no necesita cambiar y buscar lo que no es. Así, poco a poco, uno se hace más consciente de las manipulaciones egoicas y de los intentos de complacer al entorno y empieza a expresarse de una manera más real, genuina, en contraposición a las conductas estereotipadas y predecibles. A la vez que uno se enseña entero, con mayor fluidez, aprende a reconocer sus verdaderas necesidades y a colmarlas sin manipular neuróticamente el entorno. Esta manera de ponerse en la vida es similar a la actitud del artista: genuina, singular, intransferible. Todo aquello nos remite a la esencia de la terapia Gestalt, que más que una terapia es una filosofía de vida, el desarrollar un arte de vivir, el arte de vivir cada uno nuestra propia vida.
El terapeuta artista no planifica, ni tiene objetivos ni metas. En lugar de resolver se trata de fortificar la actitud ante la vida; hay cosas que no podemos cambiar pero podemos cambiar la actitud hacia ellas.
En la terapia gestalt se alienta a los terapeutas a que el proceso nos lleve a descubrir y mostrar nuestra manera particular de hacer, pensar y sentir la vida. Ser uno mismo.
La atención y la espontaneidad ocurren conjuntamente en la actitud del terapeuta gestáltico artista, conjugándose así en la terapia lo dionisíaco ( libertad, despreocupación, caos, confianza en el impulso…) y lo apolíneo (control, orden, estructura…).
La actitud del terapeuta artista tiene mucho que ver con el vacío fértil que da lugar cuando desaparece el ego y solo queda el darse cuenta donde el terapeuta está presente, entero, abierto, sin juicio, ni meta y libre de opinión. Un dejarse caer, para ver de veras a la persona que tenemos en frente.
El arte del terapeuta consiste en poder moverse en la zona del punto cero o punto de indiferencia creativa, donde surgen los opuestos. Este espacio fértil es el punto de apoyo y refugio del terapeuta, donde soltamos el control y la idea de trabajo terapéutico. Uno se deja ser para que ocurra lo que tenga que ocurrir y nace la creatividad.
En resumen, los anclajes teóricos de la terapia gestalt aquí desarrollados (Primacía del encuentro humano para el contagio de salud, el darse cuenta en el aquí y ahora, la confianza en la autorregulación organísmica y el perfil del terapeuta como buscador artista) me ayudan en el constante afinamiento de mi actitud en la relación